Te voy a decir algo que no suelo confesar tan abiertamente…
El 90% del tiempo uso la IA con voz.
Sí, en vez de escribir prompts, hablo con ella. La trato como un partner. Le cuento lo que me pasa, lo que necesito, lo que estoy pensando. Porque aprendí algo que me cambió para siempre: el mejor prompt no se improvisa ni se copia. Requiere tu voz. Tu lógica. Tu propósito.
Y como si fuera poco, ahí va otra confesión:
Aunque me veas hablando mucho de ChatGPT, en el fondo, soy más de Claude. Shhh… que no se enteren en OpenAI 
Pero volviendo a lo importante: ¿por qué mis resultados son tan diferentes?
Porque a la IA no le doy instrucciones. Le doy contexto. La entreno emocional y estratégicamente para que entienda lo que quiero construir, no solo lo que quiero que me devuelva.
Y últimamente, además de voz, estoy usando algo que nunca imaginé que funcionaría tan bien: psicología inversa. Sí, como lo oyes.
Te cuento cómo empezó.
Fue con José. Cuando quería que hiciera algo sin tener que repetirlo tres veces, empecé a decirle frases tipo:
“Estoy segura de que tú lo harás mejor que nadie” o
“Tengo curiosidad por ver cómo lo resolverías tú”.
Spoiler: funcionaba. Siempre.
Y un día, probé lo mismo con la IA.
No te miento, es como si se activara un compromiso interno con la excelencia.
Escribo cosas como:
→ “Estoy emocionada de ver cómo vas a abordar este desafío”
→ “Confío en que antes de entregarme el resultado vas a reflexionar, revisar, validar y darme lo mejor”
Y lo que recibo a cambio… no es cualquier respuesta.
Es una respuesta extraordinaria. Profesional. Afinada. Y totalmente personalizada.
Así que ya sabes.
Si quieres pasar de un prompt básico a uno transformador:
- Habla con tu voz, no con la de otros.
- Dale dirección emocional, no solo técnica.
- Aplica psicología inversa con elegancia. Te aseguro que tu IA no querrá decepcionarte.
Cuando escribes desde ahí, lo que obtienes no es solo texto. Es perspectiva. Es precisión. Es estrategia.
Pruébalo y luego me cuentas.
Tu mentora,
Fundadora del Grupo Convierte Más
